Notas sobre verbos que no uso
I
No encuentro en mi escritura
el verbo bailar,
siendo la danza uno de los pilares
en la vida del hombre
nunca he soslayado el momento armónico,
sola, en pareja o grupos del q ue yo
participo y gozo y disfruto y creo y recreo
pasos y figuras. Hay un hormigueo
en todo mi cuerpo al evocar en mi mente
y con la imaginación la música que
me transporta. ¿Por qué he encarcelado
en la profunda celda de los recuerdo mudos
al baile? Lo bailado. La transpiración y el resuello
entrecortados en el éxtasis de los giros
con tu mano en mi cintura. Bailé. Bailo. Bailaré.
¿Por qué esquivo al verbo bailar?
II
No me gustan las fotos.
Me escalofrían los ojos que me miran
desde esos trozos de cartón,
parece que lo hicieran desde un mundo ajeno.
Desde el pasado mis ojos niños escarban mi presente.
Los ojos de mis compañeros y amigos
me atraviesan con rencor
porque soy la ecuyere-amazona-jinete
que nadie supera
y sigo cabalgando los años
mientras ellos se agrupan sobre el césped
de los que ya no son.
La caja, enorme, ataúd común de los ayeres
reboza de ojos que no puedo eludir.
No me gustan las fotos. Ni fotografiar.
III
Mi jardín está en flor.
Al amor del amanecer, contemplo
los verdes, los rosas, los lilas, amarillos,
blancos y rosados.
Las hormigas se alimentan
de los pétalos, dulces, jugosos, perfumados.
¿Qué voy a hacer si el hambre las acucia?
¿Debo comer hormiguicidio?
¿Privar a ciento de larvas y su reina
de su parte de alimento?.
Allí viene el tierno y resistente ejército,
creo que no les gusta “ejército”
allí vienen los obreros esforzados, diré,
llegan talan, cargan, parten.
¡Claro que escucho su clamor como un aplauso
íntimo y minúsculo!
Ante mis ojos transforman
la primavera en invierno.
Allá va el colorido contingente con su carga
sólo quedan los esqueletos de rosales, de glicinas y de vides,
¿he de quitarles yo el sustento?
Si me descubren el misterio
de este viaje descarnado y torvo
que es vivir.
Y al final de los tiempos, en el Gran Juicio,
tal vez el Justo Juez
por este acto me habrá absuelto.
IV
Mi cintura de Luna llena
no es cintura, ¿cómo llamar
a esta desfigura que se contrae
y se dilata en espasmos
innombrables?
Mi cintura, mi vientre, mis nalgas,
Volcán a punto de erupción.
Pronto, la chimenea, expulsará lava y fuego.
Palpito y bramo como
para que se derramen sus ardientes entrañas,
por ese útero, ancestral e inequívoco.
¿cómo puedo explicar que partir y parir es lo mismo?
Es el verbo que conjuga Gaia en mí.
Las dos arrojamos desde el fondo con sangre y con dolor,
con fuego, con cenizas, con tracción y las dos somos
las mismas pero distintas y volvemos
a estar lozanas y dispuestas
cintura de cuarto menguante
montaña o mar.
¿Cómo gritar que mi dolor es sagrado
más que mil Tierras?
Mi fruto un día llamará a todo con fuerte voz,
más rocas, más que vientos, más nieve, más
la última palabra: Amor.
V
Lo miro. Impávida. Tantas veces oí
la amenaza mortal que de pronto perdió significación
y sólo quedó la muletilla.
Me voy a matar. Cuatro palabras vacías.
Metáforas de vida desgranada de matojos híbridos
Plumones lánguidos sembrados en las cornisas,
desde las que vaticinaba su fin
solo ara apalear mi corazón, mi mente , mi carne.
Caminaba sobre los despojos ensangrentados
de mi piel, después de noches de juramentos
que en boca de un perjuro sólo eran cuatro palabras hueras.
Puentes, cuchillos, venenos, sogas, rieles
desfilaban ante mí.
Silenciosa y quieta, las manos sosteniendo la barbilla
bien sentada sobre la vida.
Prietos los labios, grandes los ojos, fríos
miro la escena tantas veces repetida.
¡Me voy a matar! Hazlo. ¡Qué me mato, digo!
Ya he oído. No falles ahora. Aprieta ese gatillo.
Yo estaré aquí. Cerraré tus ojos. Esperaré sin apuro.
Y allí estuve. Estoica hasta que el disparo se fue extinguiendo
en la tarde azotada por sus afanes efímeros.
Así, enredada en efes esdrújulas, cerré la puerta
a la dimensión del sinsabor y salí a lavar mis heridas.
Calfín
Duerme. Parece un niño en el útero de la madre. De cuando en cuando da manotazos al aire y gime como si un dolor agudo se apoderase de sus miembros viejos y maltrechos. Vuelve a abrazarse, encoge sus piernas hasta tocar el mentón con las rodillas. Ha tomado la forma oval de la matriz de cualquier feto.
¿Duerme o alucina? Llora envuelto en sí mismo sobre el césped de
Nombra con su voz de aguardiente y de hambrunas a sus perros, que velan su soledad de recuerdos extraviados. Y allí están fieles, vigilantes, lenguas que acarician con húmeda ternura las manos, la cara, los pies del amo de sus libertades. Gruñen, agazapados, vientre al piso, dientes desnudos, orejas alertas por si llega una orden de ataque, erizada la pelambre esperando
Un sollozo visceral lo estremece y un cachorro, solícito como una madre, le acerca el hocico a su oído y parece susurrarle palabras de amor y de consuelo.
La brisa juguetea con la magnolia florecida; el aroma dulce y embriagador se descuelga con los pétalos que cubren el banco, el hombre, los perros, el césped, con un manto níveo e inesperado.
Abre los ojos turbios aún de su vino triste. Gimotea un poco, gatea sobre el pasto y apoyándose en los perros se levanta. Huele a alcohol y a sudores rancios, me mira, estoy frente a él, sentada en un banco de nuestra plaza, suya, mía.
Reconoce en mí a los prójimos que lo ultrajaron, lo desposeyeron de su tierra y su dignidad y le vuelven el rencor y la malicia almacenada en la memoria. A borbotones me insulta. Procaz, soez, obsceno y acompaña la palabra con los gestos.
--¡Calfín! ¡Calfín!-- Le digo con ternura. Achina los ojos, me escudriña, se rasca la cabeza, alisa sus cabellos y sacude su ropa.
--Madrecita, madrecita…-- susurra ladino y zalamero.
--Dame un peso para el tetra—
Con un gesto digo “no”. Se enfurruña, lanza su última ofensa:¡ Tordilla! (por mis canas) y me da la espalda escoltado por su séquito canino.
Lo sigo con la mirada. Frente a
Notas sobre -verbos que no uso-. Me encantó a primera vista!
ResponderEliminarSeñalo dos detalles: comer o cometer hormiguicidio? o es un juego en la poesía
otro
palabras huecas o hueras?
perdón por mi tontería, es la cara de la envidia frente a algo tan bello-
Los que me conocen saben que no abundo en elogios fácilmente.
Para terminar: sólo he leído el poema del verbo, por eso de no mezclar perfumes en el mismo momento.
hola Juana, ¡Qué lindo que siga el taller! me emociona haber sido partícipe en una de sus ediciones, saludo a las nuevas plumas que lo recorren, festejo que desde nuestro lugar en el mundo sigan saliendo arte y pensamientos, el silencio del sur tiene mucho que decir, un abrazo grande, Ariel Genco
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