domingo, 28 de marzo de 2010

Textos de Raúl Bruno

AUSENCIA

La puerta de la alcoba
abierta, como abandonada,
mis libros sobre la alfombra,
las eternas sábanas de la cama,
ese vago aire de melancolía
y esa soledad que llevé atada,
reunían la prueba de tu ausencia,
la prueba, como si hiciera falta.




BALTAZAR

En mi recuerdo más antiguo yo tendría alrededor de cinco años. Entonces, iba con mi familia caminando en el campo por un sendero ancho, y Él venía con otros peones. Saludó vagamente y se dirigió a mí con gracia preguntándome algo, como para demostrar que ya nos conocíamos. – ¿ Ya aró para la próxima siembra ?
Fue como un halago que descubrió mi timidez, sólo asentí con la cabeza y continué la marcha.

Lo seguí viendo en tiempos de la deschalada , cuando parecía que el campo se ponía en movimiento. Él llegaba con los deschaladores, que instalaban sus monos en el galpón de atrás y se lanzaban a trabajar por los surcos, hasta el atardecer.
Recuerdo que Baltazar regresaba con sus ropas de Graffa cubiertas de polvo y unas amplias aureolas de transpiración que dibujaban su cansancio. El sudor corría a raudales por su rostro y su piel morena. Cubría su cabello renegrido con una gastada y descolorida boina de paño, que me parecía eterna. Después del aseo y de un descanso de la peonada, a los fondos se encendía un animado fogón que me gustaba visitar a hurtadillas de mis padres.

Mi curiosidad de niño no tenía límites y Baltazar entonces me explicaba con paciencia los secretos de ese rudo universo de trabajo y sacrificio. Los mechaba con leyendas de la zona, creencias populares y cuentos de aparecidos, y a mí se me ocurría que no iba a poder cambiar aquel momento por nada del mundo.
Hablaba pausadamente mientras hacía amplios ademanes con sus enormes manos callosas, acompañando esos gestos con sus ojos oscuros y vivaces.


Luego de algunos años, lo volví a ver con frecuencia en las tardes de ocio y alcohol que solía pasar en el boliche de aquella comarca rural, en el que yo había empezado a trabajar. Se instalaba entonces en un rincón junto el estaño, y pedía su inaugural vaso de vino tinto. Después, uno a uno vendrían muchos otros, al ritmo de las vueltas que pagaban los parroquianos que desfilaban por el local.

- Balta, ¿ vos que tomás ?
- Yo estaba tomando vino - respondía invariablemente.
Y así transcurría todo el tiempo hasta el oscurecer. Era el último de los clientes en retirarse.

- Balta, vamos a cerrar – le anunciaba el dueño.
Entonces, se acercaba a mí tomándose del mostrador y me pedía casi en secreto – Pibe, vendeme un litro de vino, un pedazo de mortadela y unas galletas –
Después de pagar, musitaba un respetuoso “pasen buena noche” y salía con paso inseguro, hasta perderse en la oscuridad de la noche. Más de una vez en aquellos días, algún vecino me contó que lo encontró durmiendo en las cunetas del camino cercano.

Los años siguieron pasando y me llevaron a la ciudad. Sólo regresaba de paseo en los veranos y lo encontraba en el boliche o haciendo alguna changa en esos campos. El progreso había acabado con las deschaladas y otras tareas para la peonada.
A menudo Baltazar me preguntaba cómo era la ciudad y cómo seguía mi vida en ella. Y me contaba con tristeza la falta de trabajo y las penurias de su pobreza. Conservaba la mirada buena, pero su rostro se había avejentado por el paso de los años y los rigores de su vida.

En uno de esos regresos le traje de regalo un pañuelo de cuello. Me miró como si no entendiera, sólo pudo pronunciar -¡¡¡ Gracias !!! - pero mucho más pudo decirme en silencio, con su mirada brillante y su mano extendida palmeándome la cabeza.

Un verano noté su prolongada ausencia de aquellos lugares. Me dijeron que había muerto, que habían encontrado su cuerpo solitario en su humilde vivienda. Que había muerto en soledad y pobreza, como había vivido.
Me embargó una gran tristeza. Y me di cuenta que nadie había conocido como yo, la riqueza de aquel hombre pobre.

1 comentario:

  1. Hermosísimo el texto "Ausencia". Conmovedor. Contundente. Muchas palabras "con..." para un texto donde todo es "sin".
    Leda Garrafa

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